miércoles, 9 de enero de 2013

Actitudes del terapeuta

No es fácil pedir ayuda. Aún lo es menos si la ayuda se solicita a un profesional. Cuando una persona decide acudir a un psicólogo normalmente ya lleva un tiempo sufriendo. El miedo al qué dirán, o a admitir abiertamente que se tiene una dificultad suele retrasar esta decisión. La persona, además, puede sentir un miedo legítimo a cómo será tratado por el psicólogo: ¿Será capaz de entenderme? ¿Me juzgará? ¿Intentará cambiarme? Es mucha la incertidumbre y por eso acudir a un psicólogo es, en realidad, un acto de valentía. 

El psicoterapeuta debe saber acompañar a la persona para que este paso valiente que se ha dado sea sólo el primero de una serie que permita al cliente ir transformando su vida a su propio ritmo. Para ello, siguiendo a Rogers, el psicoterapeuta debe tener tres actitudes fundamentales:


                    

Empatía: es la capacidad del terapeuta de entrar en el mundo del cliente, comprendiendo su punto de vista.

Aceptación incondicional: implica ser capaz de aceptar a la persona tal y como es, aceptando sus experiencias y sentimientos.

Congruencia: consiste en ser uno mismo, sin escudarse en máscaras o fachadas, o refugiado en su rol profesional.

Es muy probable que un profesional con estas tres características, independientemente de su enfoque, pueda acompañar a la persona en el proceso de cambio, ya que la hará sentirse cómoda y protegida, pudiendo arriesgarse a decir lo que piensa o siente sin el miedo a sentirse juzgada.





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