Las defensas inmaduras, según Anna Freud, son frecuentes en adolescentes y algunas personas gravemente perturbadas, aunque no psicóticas. Las defensas inmaduras serían las siguientes:
Pasaje al acto: Supone dar salida al impulso para evitar la tensión que se deriva de posponer su expresión, ya que esto supondría permitir que los afectos que acompañan al acto entraran en la conciencia.
Hipocondriasis: Permite liberar los impulsos instintivos, evitando la culpabilidad y eludiendo las responsabilidades. Las quejas de dolor, enfermedades somáticas o auto-reproches son, en realidad, reproches que se hace el sujeto por sus impulsos agresivos inaceptables o a raíz de un duelo.
Bloqueo: Inhibición temporal del pensamiento, los afectos o los impulsos.
Identificación: Sirve como defensa ante el dolor o la ansiedad que suelen acompañar la perdida del objeto(real o temida). La identificación, cuando no funciona como mecanismo de defensa, desempeña un papel fundamental en el desarrollo del yo.
Introyección: al igual que la identificación la proyección juega un papel muy importante en el desarrollo del yo. La introyección consiste en internalizar las características de un objeto externo. Cuando funciona como mecanismo de defensa puede eliminar las diferencias entre uno mismo y el objeto. Se puede utilizar para evitar el dolor de una separación o la amenaza de pérdida.
Proyección: aunque ya se comentó que puede ser también una forma de defensa narcisista, es un tipo de defensa que también se utiliza en condiciones normales.
Fantasía esquizoide: El sujeto logra las gratificaciones y realiza una huida autista que le permite evitar los conflictos rehuyendo el contacto con otras personas.
Somatización: La utilización de este mecanismo implica que los derivados psíquicos se convierten en síntomas físicos.
Conducta pasivo-agresiva: este mecanismo permite expresar la agresividad de forma encubierta, a través de la pasividad o el masoquismo.
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