Las normas son un recurso educativo importante que facilita la convivencia familiar y el correcto desarrollo de nuestros hijos. Aunque cada familia debe decidir qué tipo de normas desea establecer suele ser conveniente dividirlas según el grado de importancia. Desde este punto de vista podemos distinguir tres categorías diferentes:
1. Normas imprescindibles: estas normas son de obligado cumplimiento e independientes del contexto, es decir, son innegociables. Es necesario que existan estas normas, aunque deben ser muy pocas. En general las normas imprescindibles son aquellas que tienen que ver con la seguridad de nuestros hijos (conductas de riesgo, consumo de drogas, etc) o las que atentan gravemente contra la convivencia (como las agresiones entre hermanos)
2. Normas importantes: también deben ser escasas y de obligado cumplimiento, aunque pueden ser flexibles en determinadas circunstancias. Un ejemplo de norma importante es la hora de regreso a casa, que debe ser respetada pero puede variarse en circunstancias especiales.
3. Normas accesorias: pueden ser algunas más, aunque tampoco conviene saturar a los hijos con normas. Son normas abiertas a la negociación, ya que esto no tiene por qué afectar al funcionamiento familiar. Se puede negociar quién pone la mesa, el orden en la habitación de los hijos, etc.
En caso de incumplimiento los hijos deben notar que las consecuencias de no cumplir una norma imprescindible son distintas de las de no cumplir una norma accesoria. Si ante el incumplimiento de una norma accesoria los progenitores reaccionan con gran disgusto y de la misma forma que reaccionarían ante el incumplimiento de una norma imprescindible el niño o adolescente tendrá dificultades para discriminar qué es lo verdaderamente importante.
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