Los padres, como educadores, deben mantener un diálogo con los hijos adolescentes sobre los efectos de las drogas y los perjuicios que les puede ocasionar su consumo. A la hora de mantener este diálogo es conveniente que se maneje información realista y no alarmista sobre las drogas, basada en evidencias científicas.
A continuación exponemos algunos de los falsos mitos sobre las drogas que suelen manejar los jóvenes (y a veces también los adultos):
Mito número 1: El alcohol no es una droga.
Realidad: este es un mito muy extendido y uno de los más peligrosos. El consumo abusivo de alcohol es un problema de alcance mundial y la OMS calcula que unos 2,5 millones de personas mueren al año por esta causa.
Mito número 2: Fumar marihuana es sano porque no sólo es una sustancia natural sino que además se utiliza para curar enfermedades.
Realidad: Este mito comienza con una afirmación verdadera de la que se desprenden dos afirmaciones falsas. La marihuana es, en efecto, una sustancia natural que proviene de una planta. Pero que algo sea natural no quiere decir que no sea dañino. Los opiáceos y la cocaína también tienen su origen en plantas y pocos adolescentes dirían que son sustancias inocuas. Además es falso que la marihuana cure alguna enfermedad aunque es cierto que su principio activo (el THC) se utiliza, entre otras cosas, para cuidados paliativos en enfermos terminales.
Mito número 3: El humo del tabaco es más perjudicial que el de los porros
Realidad: El humo de los cannabinoides tiene más sustancias cancerígenas que el tabaco.
Mito número 4: Las drogas blandas, como los porros, implican menos riesgo de drogodependencia que las drogas duras.
Realidad: la clasificación de las drogas en “blandas” y “duras” es acientífica. Toda droga, por definición, es capaz de provocar una dependencia si bien esto no quiere decir que el consumo esporádico de una sustancia convierta automáticamente a una persona en dependiente.
Mito número 5: la cocaína es la droga de los triunfadores y no provoca dependencia física.
Realidad: la cocaína es una sustancia con un fuerte poder adictivo y el perfil del consumidor de cocaína es diverso.
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