lunes, 10 de junio de 2013

¿Por qué nos deprimimos?


En este artículo voy a hablar brevemente de un problema que aqueja a cada vez más personas: la depresión.  
En primer lugar presentaré algunas teorías cognitivo-conductuales sobre la depresión y, posteriormente, una breve explicación psicoanalítica sobre la misma.

1. Teorías cognitivo-conductuales sobre la depresión 

La teoría de Beck:
Según esta teoría las personas se deprimen por tres causas principales:
1)      Cuando se ven a sí mismas de forma negativa
2)      Cuando ven su medio ambiente de forma negativa
3)      Cuando ven el futuro de forma negativa

La teoría del autorrefuerzo y el autocastigo:
Esta teoría considera que las personas crean sus propia depresión al administrarse bajas dosis de autorefuerzo positivo y/o altas dosis de autocastigo y al tener un sesgo cognitivo con respecto a la cantidad de refuerzos positivos que reciben (infravaloración de los refuerzos positivos reales).
La teoría de Seligman:
Según esta teoría las personas con depresión atribuyen a causas internas, globales y estables los sucesos negativos, mientras que consideran que los acontecimientos positivos se deben a factores  específicos, internos e inestables.
La teoría de Lewinson:
Considera de forma aún más específica que la teoría del refuerzo y el autocastigo que el factor más importante en la depresión suele ser la carencia de acontecimientos agradables y de refuerzos contingentes positivos en la vida de la persona.
La teoría de Ellis:
Albert Ellis es el creador  de la terapia racional emotivo-conductual. Según esta teoría lo que en realidad hace que una persona se deprima es una filosofía de base dogmática, absolutista y grandiosa. Según esta teoría la depresión esta causada por “deberías subyacentes” del tipo:
“No debo tener ninguna característica negativa o seré una persona inadecuada”.
“Debo ser amado y aceptado por todas aquellas personas que son importantes para mí”.
“El mundo debería funcionar mejor y si no encuentro soluciones perfectas a las duras realidades de la vida será algo terrible y catastrófico”.

2. Una visión psicoanalítica de la depresión


Desde una  perspectiva psicoanalítica fue Freud, en 1915, el que hizo una excelente descripción de las diferencias existentes entre el duelo y la depresión (a la que él denomina melancolía). En su artículo “Duelo y melancolía” Freud indica que “el duelo es, por lo general la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. Bajo estas mismas influencias surge en algunas personas, a las que por lo mismo atribuimos una predisposición morbosa, la melancolía en lugar del duelo.”
Ambos estados compartirían un estado de ánimo doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y la inhibición de todas las funciones. Lo que diferencia a ambas es que en la melancolía, además, está presente una disminución del amor propio, que se puede traducir en reproches, autoacusaciones e incluso en una necesidad de ser castigado.
Freud constata que, paradójicamente, la pérdida de un objeto tiene efectos en el propio yo del  melancólico. Esto se debería a una elección de objeto de tipo narcisista. Ante una ofensa real o un desengaño de la persona amada el sujeto la abandona, pero, en lugar de desplazar la libido a otro objeto el sujeto, la retrae al propio yo y establece una identificación del yo con el objeto abandonado. De este modo la pérdida del objeto se transforma en una pérdida del yo, que será juzgado a partir de ahora con la dureza con la que se juzgaría al objeto abandonado.
En este escrito Freud también hace otra importante aportación, al señalar la tendencia de la melancolía a transformarse en manía (lo que en la nosología psiquiátrica actual se denomina trastorno bipolar).
Más allá de todas las posibles explicaciones que se puedan dar sobre la depresión es recomendable que cualquier persona que crea padecerla  lo consulte a un profesional.  Es comprensible que, por diversos motivos, a una persona le pueda resultar difícil acudir a un psicólogo. Si somos capaces de vencer estas reticencias comprobaremos que un psicólogo puede ayudarnos a vencer a  la depresión y otras dificultades. Vivir de una forma más satisfactoria es posible.

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