“La curiosidad es un vicio que ha sido estigmatizado por el cristianismo, también por la propia filosofía, incluso por una cierta concepción de la ciencia. Curiosidad, futilidad. Sin embargo la palabra me gusta: me sugiere algo diferente: evoca la “preocupación”; evoca el cuidado con el que se toma lo que existe y lo que podría existir; un sentido agudizado de la realidad, pero que no inmoviliza jamás ante ella; una prontitud en encontrar extraño y singular lo que nos rodea¸ un cierto empeño en cuanto a deshacernos de nuestras familiaridades y mirar de otra manera las cosas; un ardor en aprehender lo que pasa y lo que está pasando; una desenvoltura respecto de las jerarquías tradicionales en cuanto a lo que es importante y esencial”
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