Ronald Laing expuso en su obra Knots el siguiente trabalenguas que, aunque aparentemente puede parecer absurdo, establece la relación que existe entre el amor a uno mismo y la capacidad de amar al otro.
No me
aprecio a mí mismo
No puedo
apreciar a nadie que me aprecie
Sólo puedo
apreciar al que no me aprecia
Aprecio a
Jack,
Porque no
me aprecia.
Desprecio a
Tom
Porque no me
desprecia.
Sólo una
persona despreciable
puede apreciar
a alguien
tan
despreciable como yo.
No puedo
querer a nadie
a quien yo
desprecie.
Como quiero
a Jack
no puedo
creer que él me quiera.
¿Cómo puede
demostrármelo?
Este trabalenguas puede relacionarse con el consabido mandamiento cristiano "Ama al prójimo como a ti mismo". Este mandamiento, en realidad, es extremadamente sencillo de cumplir, ya que, en general, amamos a los otros de forma muy parecida a como nos amamos a nosotros mismos.
Muchas veces se tiene la sensación, sin embargo, de que las personas no amamos adecuadamente. La dificultad estriba, precisamente, en que conseguir un amor sano por uno mismo no es algo que todas las personas lleguen a alcanzar.
La correcta educación de los niños y adolescentes es fundamental para que las personas puedan llegar a la vida adulta habiendo adquirido un amor adecuado por ellos mismos. Esta educación debe combinar unos límites claros que, a la vez, dejen espacio a la negociación y, sobre todo, respeten el ser del niño para que éste pueda desarrollarse. Cuando el amor de los padres es condicional y sujeto a que el hijo se comporte de una forma determinada, puede ocurrir que el niño se adapte a las expectativas de los padres, perdiendo de vista su verdadero ser. Es decir, el niño no podrá llegar a amarse por lo que es, sino por lo que hace en relación a un otro significativo. Ésta y otras dificultades pueden hacer que en la vida adulta tenga problemas para amarse y, por tanto, para amar a otros.
Este tipo de dificultades pueden ser mas frecuentes de lo que en un principio podemos pensar y no es raro ver que lo que mantiene unidas a las parejas, muchas veces, no es el amor sino más bien la necesidad.
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