Las obsesiones suelen definirse
como aquellos pensamientos o imágenes que se imponen en la mente a pesar de los
intentos por deshacerse de ellos. Las obsesiones producen un intenso malestar a
aquellas personas que las padecen. Para aliviar dicho malestar las personas
afectadas por una obsesión realizan determinadas acciones mentales o
comportamientos a las que se denomina compulsiones.
Vemos, pues, que la definición
clínica de la obsesión no coincide con la visión popular que tenemos de la
misma. Cuando hablamos de que tal o cual persona tiene una obsesión lo que se
quiere decir, en muchas ocasiones, es que está preocupado o excesivamente
ocupado por algún asunto. A diferencia de las obsesiones, las preocupaciones
excesivas no hacen que las personas que las padecen se sientan extrañas, se
asusten o teman volverse locas; más bien estas suelen constituir un intento de
solucionar una determinada situación, aunque a veces puedan llegar a provocar
ansiedad.
Existen muchos tipos de
obsesiones diferentes aunque las más frecuentes suelen relacionarse con la
sexualidad, la enfermedad, la suciedad y las situaciones peligrosas.
Las compulsiones más frecuentes
son las de comprobación, las de lavado y limpieza, las de orden y simetría, las
de acumulación y las de repetición.
En el tratamiento de las
obsesiones se debe aprender a manejar algunas creencias erróneas y, además, es
conveniente revisar cómo se conectan las obsesiones a la historia personal del
paciente, ya que éstas tienen un sentido y surgen en un momento determinado.
En un artículo posterior analizaremos más en
profundidad los diferentes tipos de obsesiones y compulsiones.
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